Los montajes mediáticos en el Siglo XXI
- infosiete
- 20 jul 2021
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Desde la historia, incluso antes de Cristo, Alejandro Magno, quien era Rey de Macedonia, creó un departamento u oficina de relaciones públicas aunque parezca extraño, utilizándolo con fines de propaganda.
También Nicolás Maquiavelo dio un significado a la propaganda política desde sus remotos tiempos planteando que el Estado y el poder político constituían un supremo valor independiente. Maquiavelo planteaba que el pueblo era objeto de manipulaciones, porque, de esta manera, se podía ejercer cierta influencia a las masas, modificando la actitud y opinión de las personas a través de la persuasión.
Hoy, en pleno siglo XXI, se ha observado algo similar. Durante décadas, se han hecho tantos montajes, operaciones y videoescándalos, que la oposición ha argumentado para desprestigiar la imagen pública o política de algunos personajes de alto perfil. Estas campañas de desprestigio vienen acompañadas de millones de pesos detrás y de un poder político impresionante. También vienen conducidas desde el punto de vista neurocientífico, lo que pareciese ser un síndrome llamado Hubris, que son aquellas personas adictas al poder, lo que ocasiona frustraciones por castigar ciertos privilegios con los que antes se contaba. En la política, lo importante no es el protagonismo sino los resultados.
Tras un videoescándalo observamos algunas imágenes pero no vemos más allá. Las personas, por lo general, se quedan con esa primera impresión sin indagar o investigar más al respecto. Las estrategias de los políticos involucrados que buscan desestabilizar e incluso despedazar la vida de otra persona, no tienen límite alguno, cayendo en un linchamiento mediático, causando así la segregación social donde la misma persona se ve obligada a auto marginarse.
Ante la difamación constante, las calumnias y las intrigas, de alguna forma u otra la verdad sale a flote. Creo que es una vileza y una bajeza estos ataques mediáticos que ni siquiera son comprobables, ya que sólo se busca un tema de rating y una nota que dé de qué hablar, cayendo en una obsesión periodística y en un amarillismo que lo hace poco profesional, como lo hizo en días pasados Carlos Loret de Mola.
El manejo de la información como herramienta de manipulación no es una práctica nueva. Se ha usado por años para reescribir los hechos desde la versión de quienes ostentan el poder. Bajo esa perspectiva, lo que se busca es generar noticias que provoquen, conduzcan y guíen la opinión de la población, ocasionando que una mentira que se ha repetido tantas veces, se convierta en “verdad”. Estos manejos de fake news conducen el miedo a la población. Por ejemplo, tantas habladurías como que si seremos Venezuela o si nos volveremos como Cuba, existe desbasto de medicamentos, etc. Es por eso que considero sumamente alarmante el tema de la manipulación mediática y que vale mucho la pena investigar.
Es importante que en México se lleve a cabo una ley que castigue a personas que lucren con temas de diversas índoles. Sobre todo mediatizando o ejerciendo presión mediática que desprestigie la vida de una persona. Este terrorismo mediático al que padecen figuras públicas y que pueden llegar a atentar contra su vida, no es libertad de expresión. La libertad de expresión debe ser libre sin afectar los derechos humanos de otras personas.
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