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Detrás de Meade, quienes encumbraron a Peña hace 6 años

  • Redacción AN. Aristegui Noticias
  • 4 dic 2017
  • 2 Min. de lectura

Una cuadra antes de llegar a la sede nacional del PRI, bajados los vidrios de la parte delantera del auto, José Antonio Meade comienza a cruzar durante casi media hora la calle Luis Donaldo Colosio, acompañado por su esposa Juana Cuevas y sus 3 hijos (dos hombres y una jovencinta, con iPhone en mano), quienes viajan en los asientos de atrás.

El ex secretario de Hacienda atiende prácticamente todas las “selfies” que le piden, e incluso las llega a tomar él mismo, por lo que suelta por momentos el volante.

El conductor, de sonrisa socarrona, podría anticipar que lo que tiene frente a él será el ambiente de los siguientes casi 7 meses: fotos, gritos, porras, saludos; más fotos, más gritos, más porras, más saludos, y hasta pequeños obsequios.

Algo parecido a lo que vivió hace seis años el entonces precandidato Enrique Peña Nieto, en un diciembre menos frío que este, pero rodeado por las mismas figuras que hoy cobijan a “Pepe Toño“, como le dicen por aquí.

El “Peña-Presidente” fue transformado a “Pepe-Presidente“, por los cientos de transportados que llegan de diferentes partes del país (Valle de Chalco, Ecatepec, Jalisco, Tamaulipas, Guanajuato…) a la sede priista en Insurgentes Norte.

Una cuadra antes de llegar a la sede nacional del PRI, bajados los vidrios de la parte delantera del auto, José Antonio Meade comienza a cruzar durante casi media hora la calle Luis Donaldo Colosio, acompañado por su esposa Juana Cuevas y sus 3 hijos (dos hombres y una jovencinta, con iPhone en mano), quienes viajan en los asientos de atrás.

El ex secretario de Hacienda atiende prácticamente todas las “selfies” que le piden, e incluso las llega a tomar él mismo, por lo que suelta por momentos el volante.

El conductor, de sonrisa socarrona, podría anticipar que lo que tiene frente a él será el ambiente de los siguientes casi 7 meses: fotos, gritos, porras, saludos; más fotos, más gritos, más porras, más saludos, y hasta pequeños obsequios.

Algo parecido a lo que vivió hace seis años el entonces precandidato Enrique Peña Nieto, en un diciembre menos frío que este, pero rodeado por las mismas figuras que hoy cobijan a “Pepe Toño“, como le dicen por aquí.

El “Peña-Presidente” fue transformado a “Pepe-Presidente“, por los cientos de transportados que llegan de diferentes partes del país (Valle de Chalco, Ecatepec, Jalisco, Tamaulipas, Guanajuato…) a la sede priista en Insurgentes Norte.

Al acto llega la ex dirigente Beatriz Paredes. E incluso, aparece la ex gobernadora Ivonne Ortega, quien la semana pasada le dio su apoyo a Meade, tras desistir de apuntarse como precandidata.

Es un domingo de rituales y simbolismos en la sede del PRI, donde el hecho de que se anote sólo uno es muestra de unidad.

Y si hay algo simbólico es la figura de Meade, el que maneja su propio auto… pero detrás de quien vienen todas las caras conocidas del actual gobierno federal, diputados, senadores, gobernadores y líderes priistas.

El auto, con conductor único, avanza rumbo al 2018. La maquinaria que lo respalda parece aceitada y lista.

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